Amores perros


Previniendo percances, pedí que me amarraran en el sótano. A la hora en punto, la luna llena iluminaba una pequeña ventana que quedaba a ras de la banqueta. La puerta se abrió despacio. Dolly, intrigada por los gruñidos entró en la habitación, y es testigo del momento en que mi cuerpo ha mutado totalmente al de hombre-lobo. Me parece más bella que nunca, al pretender mantenerse a distancia, su caminar es sensual. La puerta se cerró. ‘Dolly’ la perra del vecino comenzó a menear la cola provocativamente. Todo fue cosa de olfatearnos un poco.

El olor erotizó mi cuerpo como un fucilazo bajando desde la nuca por el lomo hasta las extremidades, comencé a salivar en forma abundante. Aúllo, bramo, ladro y mujo con fuerza. La mutación lunar y perder la virginidad en una noche es algo que muchos quisieran contar.

[Rodolfo Yohai]