Justificación



Ninguna creación de novela, ningún poema o pintura, ninguna canción o melodía, ninguna película, y casi me atrevería a decir que ningún producto de la creatividad artística, se forja totalmente a solas. El significado y su mérito, se adquiere  trazando o intuyendo multitud de interrelaciones con otras obras de arte, con escritores, pintores o músicos vivos o muertos, con sus lectores, con su público, sus seguidores y hasta con los críticos especializados. No podemos valorar nada a solas: hay que comparar, acercar, contrastar, matizar y relacionar la obra creada con muchas otras.

Los libros generan otros libros; poemas, poemas; cuadros, cuadros; los cuentos, cuentos; pero también los cuadros provocan poemas; las películas novelas, la música cuentos y los cuentos películas. Los escritores se leen unos a otros con pasión, por admiración y también en busca de respuestas a soluciones técnicas de expresión, de frases felices o infelices, para sorprenderse o dormirse con una historia, para aprender y desaprender los vicios del oficio, para olvidar y soñar.

En mi adolescencia leí muchos libros de grandes viajes al Polo Sur, la Antártida, África, y de personajes como Marco Polo, Colon o Darwin en la biblioteca de mi tío Roberto y las novelas de ficción, históricas, hasta libros teología como el Corán y la Cábala, biografías de personajes de la historia universal y la Enciclopedia Británica en la biblioteca de la casa. En el colegio tuve la suerte de tener maestros que me inculcaron la lectura clásica y contemporánea simultáneamente. Así que no sólo leí a Shakespeare; de quien soy fanático, sino que leí a Carlos Fuentes, Juan José Arreola, Juan Rulfo, José Revueltas, José de la Colina, Elena Garro, Tomás Mojarro y su Cañon de Juchipila, todos ellos modificaron mis hábitos de lectura e influyeron en mi vida, desde luego en mi forma de pensar  y de ver la realidad, definitivamente fui cautivado por las palabras y los mundos que se construyen con ellas.

En este espacio están los cuentos que me hubiera gustado escribir, los cuentos que me gusta leer, los que recomiendo a los alumnos que pretenden acercarse al mundo de las letras. Los que leo en voz alta por gusto, por su ingenio, por su imaginación, penetración y poder verbal, capaces no sólo de deslumbrar y seducir, sino alterarnos y enriquecernos. También me tomo el atrevimiento de publicar mis propios cuentos, viñetas, micro ficciones, y una columna que se forma de una secuencia de perplejidades, vacilaciones, caprichos y algunas verdades que se codean perpetuamente en un mundo que a veces me exaspera.

Y esto es lo que me gustaría que aconteciera en cada lector tras la lectura de cada cuento, cuento a cuento. Un vicio que hasta hoy tengo impune, inmune hasta que se pruebe lo contario. Comparto con ustedes esta experiencia plena de atractivas e insólitas recompensas.






Rodolfo Yohai
Director General de Publicaciones La Tecla A.C.