A sangre fría

El mosquito traza semicírculos en el centro de la habitación. Alas matizada de colores translucidos y ojos color verde metálico tornasol. Ese mosquito flaco vino para picarme, estoy seguro. Primero dio varias vueltas de reconocimiento sobre mi cabeza sin quitarle ojo al lustre de mi calva. Lo oigo zumbar y me quedo quieto, con el cigarrillo en la boca. Después de un rato se posa insolente sobre mi mano derecha que está sobre el antebrazo de sillón de lectura, frota sus patas traseras. Con la izquierda tomo el libro, apunto lo mejor que puedo. Este me mira con un gesto fisgón. Detiene el frotado de las patas, y el muy perverso me pica sobre una vena. Calculo la distancia con el libro y lo aplasto de un golpe.

–Muere, maldito mosquito– dije apretando el libro contra el dorso de mi mano.
El golpe lo reventó, salpicando de sangre la pasta de libro, mi mano y el antebrazo del sillón. Y entonces, sonriendo, con el libro en alto por si veía otro. Fui a enjuagarme la sangre.
No pude, al ver toda esa sangre en mi mano me di cuenta que ese desdichado mosquito era sangre de mi sangre. Y yo lo había asesinado a sangre fría.



[R.Yohai]